No me lo esperaba la verdad, al principio pensaba que estabas tomándome el pelo como haces a menudo... Era un desayuno normal, improvisado a última hora la noche anterior, entre bostezos y un par de verdades de esas que solemos decirnos y que a mí me gustan tanto.
No sé, ni me lo plantee, estaba empezando a acostumbrarme a ese estado
de incertidumbre, al decir;
-si estoy
con él, bueno pero no estamos saliendo-
Y más feliz que un geranio al sol,
esperando a que pronunciaras las palabras mágicas, pensaba que tardarías más,
aun sigo flipando.
La cosa esta en que no me siento
diferente, ósea me siento guai, pero llevo así ya un par de semanas por culpa
de ese amigo especial que a partir de hoy no sé cómo llamar.
En realidad, me siento por dentro como un petardo de falla al que
se le ha consumido la mecha y sabe que va a estallar tarde o temprano; si me
siento un poco en pleno estallido, proyectada hacia el cielo, despidiendo luces
de colores de miles formas y colores, aunque la comparación creo que es un poco
exagerada...
También creo que lo mejor sería tomarlo con calma, disfrutar cada
momento a tu lado como de cada cucharada de Cookie-dough, y no dejarme llevar
tanto por la chispa del momento, la alegría de tenerte y el poder decir por fin
que eres mío mío mío ♥.
Y creo que él es diferente, más bien es un poco rarito y eso me encanta,
me tiene loca lo que viene siendo todo en él, y también creo que lo sabe de
sobra…
Además ni las patatas fritas, ni el capuchino hirviendo me han servido
para camuflar mi alegría tras el incidente, sucedido de una de sus mil
anécdotas, unas cuantas risas y un par de proyectos de futuro.

me encantaaaaaaaaaa!
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